domingo, abril 14, 2013
La Primavera la sangre altera
jueves, abril 04, 2013
In Comunicación
jueves, marzo 07, 2013
Rigoberta Menchú
miércoles, marzo 06, 2013
MIRADAS
Independientemente de las inclemencias del tiempo, yo intento que la ventanilla este siempre bajada, aunque sea solo lo justo para sacar la mano y que me de el aire en alguna parte del cuerpo.Lamentablemente desde que el aire acondicionado llegó de forma avasalladora para facilitar la vida de viajeros, a mi me la complicó sustancialmente.
A si pues para mitigar todos estos inconvenientes tuve que desarrollar la observación meditabunda a través de las ventanillas, ya sea de coches, autobuses, trenes,los aviones no los incluyo, la visión que ofrecen es muy aburrida.
Esta “observación” me lleva a un estado diferente, el silencio se acomoda conmigo, mi mirada se acomoda a la ventanilla.
Cuando delante de mí empiezan a discurrir paisajes nuevos, mi mirada viaja como un ave, libre como la brisa.
La cosa cambia, sin embargo, cuando los trayectos son rutinarios, mi mirada cae sobre los mismos objetos, una y otra vez,sin saber por qué unas cosas llaman más mi atención que otras, pareciendo que sigo un ritual a la hora de dedicarles mi tiempo, aunque sea solo por unos segundos.
Son de estas pequeñas cosas que no suelo compartir con nadie, de hecho cuando he tenido que compartir espacio con personas que no paran de verbalizar cualquier menudencia que observan, agitan mi propia observación, siendo para mi, puro ruido todo lo que sale de sus bocas.
No obstante en alguna ocasión he sido capaz de salir de mi misma y hablar a los otros de lo que veo, como por ejemplo en el caso de la vieja casa.
Hace años en mi ciudad natal, en verano, al regresar de la playa mi padre siempre tomaba el mismo camino para llegar a casa, mientras posaba mi mirada soñolienta entre el tráfico,con la sensación en la piel de salitre, especialmente sensible por el sol, y ese calor que abrumaba dentro del coche,observaba gente, coches, edificios, pero siempre mis ojos se dejaban caer más allá de la indiferencia en la casa misteriosa, así la llamaba yo, bueno mejor decir que así la “pensaba” porque aún no había hablado con nadie de ella.
Era un palacete que se había quedado aislado entre edificios altos y más contemporáneos, tenía ventanas tristes de madera, una torrecilla acabada en punta y desde luego necesitaba con urgencia una buena pintura.
En aquel tiempo el nombre de las calles era algo ajeno a mi, solo sabía que la casa misteriosa estaba en el camino de la playa y año tras año fui aprendiendo las pistas para detectar cuando debía prestar atención porque en unos segundos se presentaría delante de mí con su majestuosa tristeza y abandono, ofreciéndole toda mi admiración silenciosa.
Años después, rompí ese silencio y les hice partícipes a mis padres de la casa, tenía algo de miedo de compartir esta relación tan especial que habíamos mantenido en secreto la vieja casa y yo, llegué a pensar a veces que solo yo podía verla.
Ellos quedaron sorprendidos porque confesaron que nunca habían reparado en ella.Creo que se sintieron un poco avergonzados por ello,ambos aman su ciudad y son muy sensibles a sus lugares hermosos,peculiares o emblemáticos.El hecho de que se les escapara aquella casa no les hizo sentir bien,porque a pesar de su abandono era evidente que era hermosa y enigmática.
Podría asegurar que desde ese dia para ellos también fue un lugar donde posar la vista,a partir de ese momento, juntos observábamos la vieja casa, como alguien la compró y la pintó devolviéndole su dignidad de nuevo y fui feliz de ver que no solo yo era testigo de esos cambios.
A pesar de lo positivo que fue para mi compartir esta experiencia, ya no lo he vuelto a hacer, quizá porque las cosas que observo en mis nuevos caminos rutinarios que se han ido sucediendo y cambiando a lo largo del tiempo, no me han inspirado esa sensación de misterio y complicidad, o quizá con el devenir de los años, esta manera de observar el mundo se convirtió en algo muy íntimo.
En cualquier caso siempre estoy al acecho de algo que me conmueva, algo que haga que mi mirada le de sentido a aquello que observo
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viernes, julio 01, 2011
Justicia
Hoy entré al blog porque necesitaba releer algo que había escrito, quizá me servirá de ayuda para un trabajo que he de hacer.
Pero mi cabeza está en otra parte, en otra persona, para ser más precisos.Y lo que está viviendo esa persona me ha llevado a pensar en cuando nos metieron en la cabeza el concepto de "una vida justa".
Quizá fuera nuestra tradición católica con eso de la justicia divina, los buenos van al cielo y los malos ya se sabe, a la barbacoa.O quizá fue las miles de películas que nos han hecho creer que los buenos ganan y los malos la pagan.
No se cual es el origen de esta creencia, pero cuando las cosas en la vida nos salen mal, lo que tenemos en mente es, No es justo!!.
Y seguramente no lo es, no es justo que perdiera un buen trabajo, no es justo que suspendiera aquel examen, no es justo ser pobre, no es justo tener cancer, no es justo que muriera tan joven, no es justo que dejara de amarme.
Y porque no nos hacemos la misma pregunta cuando llegan las cosas buenas?, no es justo que me tocara la lotería, no es justo haber tenido hijos maravillosos, no es justo que me ame, no es justo haber superado el cancer.
Esto me hace pensar que la justicia solo la exigimos ante las desgracias o cosas que nos disgustan, parece que las cosas buenas son un derecho que tenemos.
Lamento decir que la vida,de justicias no sabe nada y de derechos tampoco.Las cosas maravillosas llegan y las cosas horribles también, y lo único que podemos hacer nosotros es ver como sobre vivimos a ello.
A veces siento que somos como barcos de vela que según el viento vamos en una dirección u otra,
podemos usar el timón para dirigir nuestras vidas, pero a veces la fuerza del viento o su ausencia, no la podemos controlar.
Solo nos queda pensar que mañana navegaremos otros mares y podremos ver otros horizontes.
miércoles, agosto 18, 2010
AL OTRO LADO DEL RIO
El río como vida y muerte, que ya nos mostró hace siglos Jorge Manrique, o como cambio, que muchos siglos antes que Manrique nos indicara Heráclito.
Si seguimos buscando encontraremos un sinfín de metáforas pero yo ahora con la que me quedo es con la idea de las dos orillas.
Fue una película que vi hace unos años la que me mostró esta idea.
La escena nos presenta a un muchacho joven que está en sus últimos años de estudios de medicina, y emprende un viaje, para conocer el continente donde vive, junto con un buen amigo.
De equipaje solo llevan unos pocos billetes y una vieja motocicleta.En este viaje iniciatico, diríamos, conocen mucha pobreza, injusticias, hermandad, y una idea ilusoria de las fronteras,que desaparece a medida que avanzan en territorios y gentes.
Llegan por fin a un lugar donde van a participar como voluntarios,en un hospital de leprosos, este lugar esta dividido por las aguas de un gran río, a una orilla el personal sanitario a la otra orilla los enfermos, los leprosos.
A este muchacho sensible le atrae de forma hipnótica esas aguas oscuras, misteriosas, una seriedad temprana para su joven edad, le invade cada vez que cruza ese río con la barcaza, para curar a los enfermos.
Esa jovialidad y falta de protocolos que da la juventud hace que estos jóvenes médicos conecten con los enfermos de modo especial, porque no solo curan las heridas de su enfermedad sino también de sus almas, dando un mucho de humanidad y dignidad en su relación con ellos.
Llega el momento de la despedida ,se celebra una fiesta en la orilla del personal sanitario, hay baile y un discurso bello.
Este muchacho se aleja de esa alegría y se acerca a ese río oscuro que en la noche parece que le llame, su amigo le sigue, quiere que vuelva a la fiesta, pero él le dice que también quiere celebrar la despedida con los enfermos y no se le ocurre otra forma que ir nadando hasta la otra orilla.
El río le abraza con sus frías aguas y su corriente, nada y nada,con temor a que sus pulmones no aguanten, a que sus músculos se atenazen ,a que alguna alimaña desconocida le ataque.Desde la orilla sus amigos le dicen que vuelva, que no sea loco, pero él nada y nada.
La orilla de los enfermos empieza a oir esos gritos y no entienden que ocurre hasta que se dan cuenta que ese muchacho arriesga su vida nadando para llegar a ellos, y comienzan a alentarlo.
El joven desfallece practicamente pero en un último impulso consigue salvar los pocos metros que le separan de su objetivo, los enfermos arrebatan al río a este muchacho audaz, y celebran con él sus despedida.
Las dos orillas saltan de alegría al ver que lo ha conseguido.
Así hay pocas personas en el mundo pero indudablemente las hay, dejan esa orilla segura, donde esta lo que conoces, tu familia, tus amigos, tu trabajo etc y te metes en unas aguas extrañas peligrosas con el riesgo de perderlo todo solo por querer alcanzar la otra orilla, donde están los desheredados.
Unos se quedan en la orilla donde esta la comodidad, lo conocido, algunos se acercan a la orilla y miran fijamente el borde del abismo, ese miedo atroz a cambiarlo todo, y unos pocos consiguen superar ese miedo y llegar al otro lado del río.
Estas humildes palabras son un homenaje a esas gentes que nadan esas aguas oscuras para entregar sus vidas a otras vidas.
lunes, junio 21, 2010
Aventura en Africa
El Ñu, antílope, león o cualquier mámifero africano, que veo en los documentales de la televisión, y no entre rejas porque no me gusta, y no en su medio porque no tengo presupuesto para ello; me hacen recordar en muchas ocasiones algunas tardes ociosas en que mi querido amigo de la infancia y yo poníamos sobre nuestras párvulas rodillas ese gran libro de fotografías de animales africanos.
Después de la merienda, hombro con hombro, nuestra imaginación viajaba hacia esas lejanas tierras de africa, nos nos limitabamos a mirar, hablabamos sobre las mil aventuras que allí viviríamos.
Ese niño de ojos limpios y yo creamos un vinculo profundo en aquellos años de infancia, una de las amistades más puras que he tenido.
En su despejado cuarto organizabamos nuestra imaginación y la poníamos al servicio de nuestras necesidades que no eran otras que ser los más grandes aventureros, los más valientes, los más inteligentes, como no.
He de decir que no eramos ni él ni yo unos niños de “libro”, yo no era la típica niña que solo piensa en ser mamá y casarse, practicando en el juego esos papeles, él no era un niño que entraba del recreo sudoroso por jugar al fútbol.
Ambos tuvimos que crear nuestro propio mundo de magia porque no pertenecíamos al mundo de los otros niños, y curiosamente estas dos almas se unieron en un momento de sus vidas importante.
Fue mi primer amigo, al que seguramente le conté cosas que no compartí con nadie en ese instante de mi vida, yo fui su mejor amiga, que escuchaba como ese niño creció teniendo la sensación de que le faltaba una mitad, mitad que él pensaba necesitaba para luchar mejor con sus miedos,mitad que por desgracia no pudo crecer a su lado ni reflejarse como un espejo ante él.
Ambos eramos niños tímidos y no de muchos amigos, así que pienso que volcamos todo ese afecto el uno en el otro y así fue durante mucho tiempo.
Después llegaron las hormonas que todo lo trastocan, y contaminaron mi mente quitándome las ganas de jugar, ya nada me divertía como antes, la vida nos fue separando aunque de lejos siempre nos preocupamos el uno del otro, y siempre nos hemos alegrado de las alegrías de la vida del otro.
Cuando lo veo , miro a un adulto que no conozco supongo que a él le ocurre lo mismo, y me da tristeza, pero dura poco, porque veo los mismos ojos limpios de siempre cuando me mira.