domingo, abril 14, 2013

La Primavera la sangre altera






Hay frases hechas o refranes que nos acompañan a lo largo de la vida,las fuentes suelen ser nuestros mayores, y bueno, al principio suenan como trilladas, verdad? hasta parece que detrás de ellas se esconde una ligera crítica de quienes las expresan, algo así como, ayyy ingenuo que sabes de la vida?, atiende al acervo cultural y aprende.Por lo tan al principio como que no les hacía mucho caso y yo por mi camino.
Sin embargo en pleno siglo XXI y aún bajo el yugo de los refranes...
Todo este preámbulo para explicar que tras una serie de acontecimientos que se han unido en el tiempo y en el espacio ha rondado por mi cabeza un refrancillo muy de esta época del año, si vives en el hemisferio norte y en cierta latitud.

“ La primavera la sangre altera ”


Primavera, más sol, más calorcillo, más horas de luz, ropa más ligera...se entiende ya por donde va el refrán? estos abuelillos...

A pesar de lo evidente de la frasecita  yo prefiero hablar de la primavera más que como un cambio estacional, como un cambio emocional, y porque? pues por la globalización por supuesto.
En un mundo cada vez más cercano y mestizo, está demás hablar de la primavera como estación, una parte importante de nuestro planeta ni la disfruta ni la padece, sería injusto pues que este refrán tuviera miras tan estrechas.

A tres mujeres de mi vida, con edades comprendidas entre los 15 y los 50, en estas últimas semanas ,les ha llegado la primavera.Esa Primavera que te altera la sangre, el norte y el fondo de armario.
Les brillan los ojos, tienen una nueva ilusión, la autoestima esta al 100%.
Bienvenida primavera a sus vidas, disfrutar con alegría, porque la vida te lleva por todas las estaciones emocionales así que lo siento por los mayores y lo crítica implícita de locura que hay detrás del refrán, pero ole y ole la sangre alterá.


jueves, abril 04, 2013

In Comunicación



Siempre me han hecho creer, las personas que han estado cerca de mi en la mayor parte de mi vida, que se escuchar.

Y con esta “verdad” he ido construyendo una visión de mi misma.Esta habilidad que supuestamente era intrínseca a mi, que era parte de mi carácter, de mi personalidad, ahora empieza a tambalearse.

Todo esta duda, comenzó tras un incidente que ocurrió el otro dia en casa, llegó a cenar una amiga con muchas ganas de hablar de algo que estaba pasando en su vida, no hice otra cosa que escuchar mientras hacía la cena.Yo no soy de ese grupo de mujeres multitarea, así que si quería hacer la cena y escuchar atentamente lo que ya no podía era hablar.
Cuando ya todo estuvo listo, mi marido, esta amiga y yo, nos dispusimos a cenar.
Quizá porque mi compañero se sintió excluido de la conversación de una forma evidente, cosa de la que en este caso yo no era responsable, lo sentí un tanto hostil en sus intervenciones tanto con nuestra amiga como luego conmigo.
Él me ha acusado con anterioridad, que cuando comienzo a hablar  sobre algo,  se le hace difícil intervenir porque yo no le dejo hablar.

No digo que no tenga razón, en ocasiones siento que debo expulsar lo que tengo dentro a la velocidad del rayo, y no me doy cuenta que es una conversación y no un monólogo.
Prometo que he intentado modificar esto, seguramente debo seguir trabajando duro.
Pero esa noche en concreto exploté, porque se me dijo que yo “nunca escuchaba”, esto acompañado con un gesto facial de enfado.

Me cayó como agua, no fría ,sino congelada.

No encajé nada bien esa crítica, primero porque era demasiado rotunda y había damasiada ira detrás de esa afirmación.
Luego  reflexionando sobre ello a posteriori pensé que todo venía de la exclusión total que se le hacía a esta persona en la conversación y me tocó a mi “pagar el pato”.

A este incidente ,que me dejó bastante mal ,le precedió otro al día siguiente, esta vez con una amiga.
No es la primera vez que ella también me  reclama que en ocasiones  no le dejó hablar ,con la salvedad que en esta vez alzó la voz más de lo normal porque la interrumpí.
Debido a que estaba ya sensible sobre este tema tuve que contenerme mucho para guardar la compostura.Por esta vez el orgullo y cabreo pudo más que la tristeza.

Desconozco cuales son las causas de esa visión tan opuesta de mi, de esa Eva que parece tenía la habilidad de escuchar y esta otra que perciben otros como justo lo contrario.

Quizá tenga que hacer un ejercicio de introspección y mirarme de forma objetiva, porque ahora mismo lo que siento es que me da miedo hablar, porque no me gusta esa imagen de mi que tienen los demás.
No quiero hacerlo  desde la rabia , porque esto me llevará a estar agazapada esperando la venganza a aquellos que me hicieron ver esto en mi.
Quizá tenga que hacer un curso de como comunicarme con los otros, en fin que recibir críticas es duro y más cuando tienes un buen concepto de ti en algo.

Tendré que trabajar esto más pero que no me vayan tocando mucho las narices en el proceso.


jueves, marzo 07, 2013

Rigoberta Menchú

Vengo de un mundo en el que siempre tuve comida en la mesa, dónde los padres luchan por que sus hijos tengan una comida equilibrada.Dónde nuestros armarios están llenos de ropa, más cara o menos pero la variedad no falta.Dónde nos aburre estudiar,dónde los adultos trabajan sus horas establecidas y no más.Dónde quizá no con los mejores salarios,según nosotros, podemos hacer algún extra y veranear unos días en algún lugar diferente, cambiar de aires.
Digamos que vengo de la sociedad del bienestar, una expresión que si no sales de ese mundo no percibes muy bien dónde está ese bien estar.

A veces algo te “contamina” y te hace ver otro mundo, puede ser una mirada en la calle, aunque somos muy buenos en no mirar demasiado aquello que nos puede alterar.Puede ser unas imagenes en la televisión, aunque muchas veces nos dejan tan fríos como la cerveza que esta en nuestras manos.Puede ser una canción, un libro.

Uno de esos agentes contaminantes que en mi caso me hizo reflexionar fue un libro, normalmente suele ser por esta vía que puedo ver el mundo desde otra perspectiva, quizá porque puedo reflexionar, parar la lectura, pensar mientras leo, no lo se.
Este libro me mostró la vida de una persona, una vida de lo más común, una vida dura.Me conmoví­a ver lo diferente que era su existencia, cada momento de su día,era una vida difícil según mis patrones.
Desde que ella era bien niña sabía de dónde llegaba la comida, muchas veces era ella quien la cultivaba y recogía, o bien tenía que trabajar bien duro para tener una comida miserable que llevarse al estomago.

Sus horas de trabajo eran interminables, estudiar en su vida era un lujo, algo inalcanzable.
Mientras leía su historia me preguntaba hasta que punto alguien como yo podía entender a alguien como ella, y si ella podría entenderme a mi.Me daba la impresión que vivíamos en planetas distintos.
Igual que hay miles que viven como yo, hay más todavía que viven como ella, en dos mundos que parecen condenados a no entenderse.

Después    Creo que alguien que viene del mundo de donde yo vengo le es muy difícil acercarse a esa forma de vida, si lo hacemos es con cierta condescendencia, nos acercamos como un adulto habla con un niño.Una quiere pensar que tiene una mente abierta, que ha visto algo de mundo, pero esa mente abierta quizá no esté preparada para ver este otro mundo que hay en la trastienda del mio.

Curiosidades de la vida en un aeropuerto de paso, la vi, a esa mujer que con sus palabras sencillas me hizo asomar la cabeza a su vida.Vencí mi timidez habitual y la saludé.Ahora era una mestiza, estaba a caballo entre su mundo y el mio.Fue amable y muy suave su saludo pero su mirada era otra cosa, era la mirada de los que pertenecen al otro mundo.Ahora jugaba con nuestras armas para intentar que su mundo y el mio se acercaran un poco más.
Solo espero que ella nos contamine más a nosotros que nosotros a ella.

miércoles, marzo 06, 2013

MIRADAS

Desde que puedo recordar, los mecanismos de automación y yo, no tenemos “feeling”.Quizá debido a eso tuve que desarrollar un sistema para abstraerme de las curvas tomadas con mucha rapidez,del olor a tapicería,de los frenazos bruscos, de compañeros de viaje incómodos. 
Independientemente de las inclemencias del tiempo, yo intento que la ventanilla este siempre bajada, aunque sea solo lo justo para sacar la mano y que me de el aire en alguna parte del cuerpo.Lamentablemente desde que el aire acondicionado llegó de forma avasalladora para facilitar la vida de viajeros, a mi me la complicó sustancialmente.
 
A si pues para mitigar todos estos inconvenientes tuve que desarrollar la observación meditabunda a través de las ventanillas, ya sea de coches, autobuses, trenes,los aviones no los incluyo, la visión que ofrecen es muy aburrida.
Esta “observación” me lleva a un estado diferente, el silencio se acomoda conmigo, mi mirada se acomoda a la ventanilla.
 
Cuando delante de mí empiezan a discurrir paisajes nuevos, mi mirada viaja como un ave, libre como la brisa.
La cosa cambia, sin embargo, cuando los trayectos son rutinarios, mi mirada cae sobre los mismos objetos, una y otra vez,sin saber por qué unas cosas llaman más mi atención que otras, pareciendo que sigo un ritual a la hora de dedicarles mi tiempo, aunque sea solo por unos segundos.
 
Son de estas pequeñas cosas que no suelo compartir con nadie, de hecho cuando he tenido que compartir espacio con personas que no paran de verbalizar cualquier menudencia que observan, agitan mi propia observación, siendo para mi, puro ruido todo lo que sale de sus bocas.
No obstante en alguna ocasión he sido capaz de salir de mi misma y hablar a los otros de lo que veo, como por ejemplo en el caso de la vieja  casa.

Hace años en mi ciudad natal, en verano, al regresar de la playa mi padre siempre tomaba el mismo camino para llegar a casa, mientras posaba mi mirada soñolienta entre el tráfico,con la sensación en la piel de salitre, especialmente sensible por el sol, y ese calor que abrumaba dentro del coche,observaba gente, coches, edificios, pero siempre mis ojos se dejaban caer más allá de la indiferencia en la casa misteriosa, así la llamaba yo, bueno mejor decir que así la “pensaba” porque aún no había hablado con nadie de ella.
 
Era un palacete que se había quedado aislado entre edificios altos y más contemporáneos, tenía ventanas tristes de madera, una torrecilla acabada en punta y desde luego necesitaba con urgencia una buena pintura.
 
En aquel tiempo el nombre de las calles era algo ajeno a mi, solo sabía que la casa misteriosa estaba en el camino de la playa y año tras año fui aprendiendo las pistas para detectar cuando debía prestar atención porque en unos segundos se presentaría delante de mí con su majestuosa tristeza y abandono, ofreciéndole toda mi admiración silenciosa.
Años después, rompí ese silencio y les hice partícipes a mis padres de la casa, tenía algo de miedo de compartir esta relación tan especial que habíamos mantenido en secreto la vieja casa y yo, llegué a pensar a veces que solo yo podía verla.
 
Ellos quedaron sorprendidos porque confesaron que nunca habían reparado en ella.Creo que se sintieron un poco avergonzados por ello,ambos aman su ciudad y son muy sensibles a sus lugares hermosos,peculiares o emblemáticos.El hecho de que se les escapara aquella casa no les hizo sentir bien,porque a pesar de su abandono era evidente que era hermosa y enigmática.
 
Podría asegurar que desde ese dia para ellos también fue un lugar donde posar la vista,a partir de ese momento, juntos observábamos la vieja casa, como alguien la compró y la pintó devolviéndole su dignidad de nuevo y fui feliz de ver que no solo yo era testigo de esos cambios.
 
A pesar de lo positivo que fue para mi compartir esta experiencia, ya no lo he vuelto a hacer, quizá porque las cosas que observo en mis nuevos caminos rutinarios que se han ido sucediendo y cambiando a lo largo del tiempo, no me han inspirado esa sensación de misterio y complicidad, o quizá con el devenir de los años, esta manera de observar el mundo se convirtió en algo muy íntimo.
 
En cualquier caso siempre estoy al acecho de algo que me conmueva, algo que haga que mi mirada le de sentido a aquello que observo

.
 

viernes, julio 01, 2011

Justicia

Hace meses que no escribo nada, no me he sentido muy inspirada supongo.A veces hay que macerar las ideas pa'que den buen sabor.
Hoy entré al blog porque necesitaba releer algo que había escrito, quizá me servirá de ayuda para un trabajo que he de hacer.
Pero mi cabeza está en otra parte, en otra persona, para ser más precisos.Y lo que está viviendo esa persona me ha llevado a pensar en cuando nos metieron en la cabeza el concepto de "una vida justa".
Quizá fuera nuestra tradición católica con eso de la justicia divina, los buenos van al cielo y los malos ya se sabe, a la barbacoa.O quizá fue las miles de películas que nos han hecho creer que los buenos ganan y los malos la pagan.
No se cual es el origen de esta creencia, pero cuando las cosas en la vida nos salen mal, lo que tenemos en mente es, No es justo!!.
Y seguramente no lo es, no es justo que perdiera un buen trabajo, no es justo que suspendiera aquel examen, no es justo ser pobre, no es justo tener cancer, no es justo que muriera tan joven, no es justo que dejara de amarme.
Y porque no nos hacemos la misma pregunta cuando llegan las cosas buenas?, no es justo que me tocara la lotería, no es justo haber tenido hijos maravillosos, no es justo que me ame, no es justo haber superado el cancer.
Esto me hace pensar que la justicia solo la exigimos ante las desgracias o cosas que nos disgustan, parece que las cosas buenas son un derecho que tenemos.
Lamento decir que la vida,de justicias no sabe nada y de derechos tampoco.Las cosas maravillosas llegan y las cosas horribles también, y lo único que podemos hacer nosotros es ver como sobre vivimos a ello.
A veces siento que somos como barcos de vela que  según el viento vamos en una dirección u otra,
podemos usar el timón para dirigir nuestras vidas, pero a veces la fuerza del viento o su ausencia, no la podemos controlar.
Solo nos queda pensar que mañana navegaremos otros mares y  podremos ver otros horizontes. 

miércoles, agosto 18, 2010

AL OTRO LADO DEL RIO

A lo largo de la literatura, la música y antes incluso, cuando las gentes se sentaban alrededor de un buen fuego a contar historias, seguro que ya se empleaba la metáfora del río para dar sentido a diferentes eventos de la vida.
El río como vida y muerte, que ya nos mostró hace siglos Jorge Manrique, o como cambio, que muchos siglos antes que Manrique nos indicara Heráclito.

Si seguimos buscando encontraremos un sinfín de metáforas pero yo ahora con la que me quedo es con la idea de las dos orillas.

Fue una película que vi hace unos años la que me mostró esta idea.

La escena nos presenta a un muchacho joven que está en sus últimos años de estudios de medicina, y emprende un viaje, para conocer el continente donde vive, junto con un buen amigo.
De equipaje solo llevan unos pocos billetes y una vieja motocicleta.En este viaje iniciatico, diríamos, conocen mucha pobreza, injusticias, hermandad, y una idea ilusoria de las fronteras,que desaparece a medida que avanzan en territorios y gentes.

Llegan por fin a un lugar donde van a participar como voluntarios,en un hospital de leprosos, este lugar esta dividido por las aguas de un gran río, a una orilla el personal sanitario a la otra orilla los enfermos, los leprosos.

A este muchacho sensible le atrae de forma hipnótica esas aguas oscuras, misteriosas, una seriedad temprana para su joven edad, le invade cada vez que cruza ese río con la barcaza, para curar a los enfermos.

Esa jovialidad y falta de protocolos que da la juventud hace que estos jóvenes médicos conecten con los enfermos de modo especial, porque no solo curan las heridas de su enfermedad sino también de sus almas, dando un mucho de humanidad y dignidad en su relación con ellos.

Llega el momento de la despedida ,se celebra una fiesta en la orilla del personal sanitario, hay baile y un discurso bello.

Este muchacho se aleja de esa alegría y se acerca a ese río oscuro que en la noche parece que le llame, su amigo le sigue, quiere que vuelva a la fiesta, pero él le dice que también quiere celebrar la despedida con los enfermos y no se le ocurre otra forma que ir nadando hasta la otra orilla.

El río le abraza con sus frías aguas y su corriente, nada y nada,con temor a que sus pulmones no aguanten, a que sus músculos se atenazen ,a que alguna alimaña desconocida le ataque.Desde la orilla sus amigos le dicen que vuelva, que no sea loco, pero él nada y nada.

La orilla de los enfermos empieza a oir esos gritos y no entienden que ocurre hasta que se dan cuenta que ese muchacho arriesga su vida nadando para llegar a ellos, y comienzan a alentarlo.

El joven desfallece practicamente pero en un último impulso consigue salvar los pocos metros que le separan de su objetivo, los enfermos arrebatan al río a este muchacho audaz, y celebran con él sus despedida.

Las dos orillas saltan de alegría al ver que lo ha conseguido.

Así hay pocas personas en el mundo pero indudablemente las hay, dejan esa orilla segura, donde esta lo que conoces, tu familia, tus amigos, tu trabajo etc y te metes en unas aguas extrañas peligrosas con el riesgo de perderlo todo solo por querer alcanzar la otra orilla, donde están los desheredados.

Unos se quedan en la orilla donde esta la comodidad, lo conocido, algunos se acercan a la orilla y miran fijamente el borde del abismo, ese miedo atroz a cambiarlo todo, y unos pocos consiguen superar ese miedo y llegar al otro lado del río.

Estas humildes palabras son un homenaje a esas gentes que nadan esas aguas oscuras para entregar sus vidas a otras vidas.

lunes, junio 21, 2010

Aventura en Africa






El Ñu, antílope, león o cualquier mámifero africano, que veo en los documentales de la televisión, y no entre rejas porque no me gusta, y no en su medio porque no tengo presupuesto para ello; me hacen recordar en muchas ocasiones algunas tardes ociosas en que mi querido amigo de la infancia y yo poníamos sobre nuestras párvulas rodillas ese gran libro de fotografías de animales africanos.


Después de la merienda, hombro con hombro, nuestra imaginación viajaba hacia esas lejanas tierras de africa, nos nos limitabamos a mirar, hablabamos sobre las mil aventuras que allí viviríamos.


Ese niño de ojos limpios y yo creamos un vinculo profundo en aquellos años de infancia, una de las amistades más puras que he tenido.


En su despejado cuarto organizabamos nuestra imaginación y la poníamos al servicio de nuestras necesidades que no eran otras que ser los más grandes aventureros, los más valientes, los más inteligentes, como no.


He de decir que no eramos ni él ni yo unos niños de “libro”, yo no era la típica niña que solo piensa en ser mamá y casarse, practicando en el juego esos papeles, él no era un niño que entraba del recreo sudoroso por jugar al fútbol.


Ambos tuvimos que crear nuestro propio mundo de magia porque no pertenecíamos al mundo de los otros niños, y curiosamente estas dos almas se unieron en un momento de sus vidas importante.


Fue mi primer amigo, al que seguramente le conté cosas que no compartí con nadie en ese instante de mi vida, yo fui su mejor amiga, que escuchaba como ese niño creció teniendo la sensación de que le faltaba una mitad, mitad que él pensaba necesitaba para luchar mejor con sus miedos,mitad que por desgracia no pudo crecer a su lado ni reflejarse como un espejo ante él.


Ambos eramos niños tímidos y no de muchos amigos, así que pienso que volcamos todo ese afecto el uno en el otro y así fue durante mucho tiempo.


Después llegaron las hormonas que todo lo trastocan, y contaminaron mi mente quitándome las ganas de jugar, ya nada me divertía como antes, la vida nos fue separando aunque de lejos siempre nos preocupamos el uno del otro, y siempre nos hemos alegrado de las alegrías de la vida del otro.


Cuando lo veo , miro a un adulto que no conozco supongo que a él le ocurre lo mismo, y me da tristeza, pero dura poco, porque veo los mismos ojos limpios de siempre cuando me mira.