domingo, mayo 31, 2009

NOA





El brillo de sus ojos iba de la mano de una esplendida sonrisa, siempre era así cuando había chocolate de por medio, o bien su abuela María le contaba una buena historia.

En esta ocasión, sin embargo esa alegría que daba luz a su rostro infantil provenía de otra fuente, habían llegado por fin las tan esperadas vacaciones estivales. Durante unos meses no vería a la Señorita Julia, la huraña portera de la escuela, no sería dueña de ella el tiempo con su estricto ritmo, que la obligaba continuamente a mirar el reloj que le regalaron en su noveno cumpleaños, ya fuera para ver la hora del recreo, la hora de regresar a clase por la tarde y la hora de irse a dormir, todo el día se dividía en horas y más horas.
Lo mejor de las vacaciones es que apenas miraba la hora en el reloj, es más muchas veces se lo dejaba olvidado en la mesilla de su habitación.
En verano todas las horas eran buenas así que era un poco absurdo tener que contarlas.

Al comenzar las vacaciones, toda la familia empezaba a hacer maletas, cada cual la suya, Noa lo primero que ponía era su ropa más cómoda y fresca, a dónde iba es lo que más necesitaría, algún juguete, aunque a su lugar de destino ella sabía que casi no los utilizaría, algún libro para las horas de más calor.
Cuando terminara de hacer la maleta su madre la revisaría y añadiría algún vestido para ir guapa los domingos y el libro de repaso que todos los años mandaba la escuela. Normalmente las cosas que le ponía su madre en la maleta eran las que Noa pensaba que eran de poca utilidad.

Todos estos preparativos se hacían en un día, se levantaban de buena mañana y la casa se convertía en un autentico caos, todos iban de aquí para allá preguntando
-¿ Dónde metí el libro que quería llevarme?...¿ Mamá donde esta la camiseta azul que tanto me gusta?...¿ Mamá dónde me has metido el balón de futbol que me regaló la Tía?..

Todos corrían por la casa tropezándose por el pasillo, los nervios llegaban al máximo. Cuando parecía que todos se iban a volver locos entonces la cosa se complicaba más con la llegada del Padre de Noa, esto significaba que tenían pocos minutos para tenerlo todo listo porque enseguida se irían.

Ahora era su padre quién tenía que hacer verdaderos esfuerzos por meter en el coche todas las cosas y que cupiera también la familia.

Cuando por fin estaba todo organizado y cada cual en su sitio entonces Noa ya podía sonreír y soñar con los ojos despiertos sobre todos los proyectos que tenía para ese verano.

Por fin era el momento de ir al pueblo, empezaba la libertad

Allí el sueño duraba a voluntad, la noche era más larga, la casa olía a los guisos de la Abuela María ,no había que ponerse falda ni limpiar los zapatos.

Solo era visible a sus padres en las horas de la comida, el resto del tiempo ya nadie la reñía, ni le decía lo que tenía que hacer o dejar de hacer.
Cogía su vieja bicicleta, heredada de su tío, y con ella buscaba aventuras en las callejas del pueblo.

Lo que más le emocionaba del pueblo era saber que pasaría muchos días con su Abuela María, la quería mucho, siempre era dulce con ella, escuchaba con atención todas las cosas que le habían ocurrido durante el día, preparaba sus platos favoritos y no le exigía besos, aunque se alegraba mucho cuando su nieta se los daba de forma espontánea.

Le gustaba ver cómo iba cambiando el paisaje de la gran ciudad, los edificios desaparecían y en su lugar había campos verdes, árboles frutales, la utopista se convertía en una carretera pequeña y estrecha eso indicaba que el pueblo se acercaba ya.


Al llegar por fin todos bajaban con unas ganas terribles de estirar las piernas y oler ese aire con olor a “pueblo”.

El Juego preferido era, para Noa, recorrer las calles con la Bici, hablar con Marcos ,el único vaquero del pueblo, pues normalmente los ganaderos del pueblo, tenían ovejas y no vacas.

Le gustaban los perros de su tío, cuidaban del rebaño y obedecían las ordenes con apenas unos chasquidos de la boca.

Le gustaba subir a la vieja ermita, desde allí veía el pueblo desde lo alto siendo el lugar más fresco del pueblo cuando el sol se iba escondiendo.

Con treinta veranos en la piel Noa sonríe por dentro al dejarse llevar, mientras en el coche escucha una canción que le transporta al pasado. La infancia que imagina no es la que recuerda, a pesar de ello juega con esa posibilidad.
Un ayer que le pertenece a pesar de su inexistencia ,del mismo modo que le pertenece el futuro, lleno de nuevas callejas que tendrá que explorar..



miércoles, mayo 20, 2009

La Chinita de San Luis




El trayecto del aeropuerto a la ciudad está lleno de novedades,montañas
verdes, ventas de coco en los arcenes, calor intenso y húmedo después de pasar
más de 14 horas entre aviones y aeropuertos.Intento beber esas vivencias que
imaginé tantas veces, al lado de alguien querido en la memoria, y distante
en el tiempo.

Pasan los días, se acortan las distancias, las calles que rodean el
piso van cobrándose de rutina. Una tarde al pasear nos dejamos llevar por
un barrio dónde empezamos a soñar, hablamos la posibilidad de que se compre un
piso en esa zona, un sueño en que no me veo incluida, todavía me da miedo
ser dos.

Visitamos la tienda ambulante de la familia china que hace dulces y unas
empanadillas crujientes de soja, bonísimas.Había oído hablar antes de esta
familia, que trabaja tantas horas , me gusta ver cómo trabaja esa mujer menuda,
tan limpia y precisa en sus movimientos.

Siento como cuando llega el verano en mi ciudad y busco esos helados de
corte cerca de la catedral, es como un ritual.Tengo una sensación de
hogar.

Ahora volveré a ese país extraño para mi , ahora si tenemos un sueño común,
buscaremos un lugar, no importa cual, pero deseo que esté junto a "la
Chinita de San Luis" , que sea mi nuevo ritual ...

martes, mayo 05, 2009

LIBROS


Son muchas cosas de las que me tengo que desprender, entre ellas hay unos amigos que estoy dedicando especial empeño para que caigan en buenas manos, se trata de los libros que he ido acumulando a lo largo de mi vida lectora.


Para mi los libros eran las posesiones más valiosas, mis fieles amigos como me gustaba llamarlos, siempre estuvieron ahí cuando más los necesité.Todos ellos, los mejor y peor escritos cumplieron su función, de todos aprendí, todos dejaron su huella en mi.


Ahora he de despedirme de ellos, unos ojos nuevos leerán sus hojas, dejarán huellas en otras mentes.

Se que estarán bien, que serán queridos o al menos respetados,irán a hogares dónde se ama la lectura.


Ha sido bonito ver como gente que aprecio ha ido eligiendo para vivir con ellos, los libros que estuvieron conmigo, a través de esas elecciones los he conocido un poco mejor y pienso que se llevan una parte de mi ..