miércoles, agosto 18, 2010

AL OTRO LADO DEL RIO

A lo largo de la literatura, la música y antes incluso, cuando las gentes se sentaban alrededor de un buen fuego a contar historias, seguro que ya se empleaba la metáfora del río para dar sentido a diferentes eventos de la vida.
El río como vida y muerte, que ya nos mostró hace siglos Jorge Manrique, o como cambio, que muchos siglos antes que Manrique nos indicara Heráclito.

Si seguimos buscando encontraremos un sinfín de metáforas pero yo ahora con la que me quedo es con la idea de las dos orillas.

Fue una película que vi hace unos años la que me mostró esta idea.

La escena nos presenta a un muchacho joven que está en sus últimos años de estudios de medicina, y emprende un viaje, para conocer el continente donde vive, junto con un buen amigo.
De equipaje solo llevan unos pocos billetes y una vieja motocicleta.En este viaje iniciatico, diríamos, conocen mucha pobreza, injusticias, hermandad, y una idea ilusoria de las fronteras,que desaparece a medida que avanzan en territorios y gentes.

Llegan por fin a un lugar donde van a participar como voluntarios,en un hospital de leprosos, este lugar esta dividido por las aguas de un gran río, a una orilla el personal sanitario a la otra orilla los enfermos, los leprosos.

A este muchacho sensible le atrae de forma hipnótica esas aguas oscuras, misteriosas, una seriedad temprana para su joven edad, le invade cada vez que cruza ese río con la barcaza, para curar a los enfermos.

Esa jovialidad y falta de protocolos que da la juventud hace que estos jóvenes médicos conecten con los enfermos de modo especial, porque no solo curan las heridas de su enfermedad sino también de sus almas, dando un mucho de humanidad y dignidad en su relación con ellos.

Llega el momento de la despedida ,se celebra una fiesta en la orilla del personal sanitario, hay baile y un discurso bello.

Este muchacho se aleja de esa alegría y se acerca a ese río oscuro que en la noche parece que le llame, su amigo le sigue, quiere que vuelva a la fiesta, pero él le dice que también quiere celebrar la despedida con los enfermos y no se le ocurre otra forma que ir nadando hasta la otra orilla.

El río le abraza con sus frías aguas y su corriente, nada y nada,con temor a que sus pulmones no aguanten, a que sus músculos se atenazen ,a que alguna alimaña desconocida le ataque.Desde la orilla sus amigos le dicen que vuelva, que no sea loco, pero él nada y nada.

La orilla de los enfermos empieza a oir esos gritos y no entienden que ocurre hasta que se dan cuenta que ese muchacho arriesga su vida nadando para llegar a ellos, y comienzan a alentarlo.

El joven desfallece practicamente pero en un último impulso consigue salvar los pocos metros que le separan de su objetivo, los enfermos arrebatan al río a este muchacho audaz, y celebran con él sus despedida.

Las dos orillas saltan de alegría al ver que lo ha conseguido.

Así hay pocas personas en el mundo pero indudablemente las hay, dejan esa orilla segura, donde esta lo que conoces, tu familia, tus amigos, tu trabajo etc y te metes en unas aguas extrañas peligrosas con el riesgo de perderlo todo solo por querer alcanzar la otra orilla, donde están los desheredados.

Unos se quedan en la orilla donde esta la comodidad, lo conocido, algunos se acercan a la orilla y miran fijamente el borde del abismo, ese miedo atroz a cambiarlo todo, y unos pocos consiguen superar ese miedo y llegar al otro lado del río.

Estas humildes palabras son un homenaje a esas gentes que nadan esas aguas oscuras para entregar sus vidas a otras vidas.