
Ayer se improvisó de forma casual una cena con unos amigos, mientras hacíamos cola en la caja del supermercado teniendo a nuestra amiga en la otra caja, nos auto invitamos a cenar a su casa medio en broma, lo cual acabó haciéndose realidad, nosotros pusimos la cerveza ,ellos su casa y su hospitalidad.
Entre las muchas cosas que se trataron una de ellas fueron los miedos infantiles y las leyendas.
Cada cual expuso sus miedos de cuando eramos niños, y ahora que somos adultos nos reíamos de ellos.
Una se asustaba hasta de su propia sombra, la otra veía guiñar a la chica que tenia frente a si en un poster de su habitación, el otro tenía miedo a la oscuridad en el bosque, etc.
Luego empezaron a contar las leyendas que aquí son más comunes una de ellas es La Siguanaba, se trata de una mujer muy hermosa que se aparece a los hombres, de noche ,en zonas solitarias, cerca de los ríos o fuentes, y cuando el hombre se acerca a ella se convierte en un ser horrible.
Parece ser que al padre de nuestra amiga se le había aparecido de joven, y este señor estaba convencido de ello, y su hija mientras nos lo contaba no se reía.
De todo esto lo que me llamó la atención es que estas leyendas estaban muy enraizadas en las mentes de estos amigos, ambos eran gente que había estudiado, habían leído, reflexionado sobre la vida, pero estas historias de sus ancestros eran para ellos tan reales como cuando de niños se asustaban de lo que ahora les hacia gracia.
Yo soy chica de ciudad,a mi lo que me da miedo, son los atracadores, violadores, pero la gente que se ha criado en zonas rurales, con poca luz, arboles tupidos y una gran tradición oral de miedos, supongo que no pueden quitarse de la piel esa herencia, como los gallegos, con sus meigas.
Y es que el miedo es libre de escampar en la mente del más ilustrado.
De hecho yo que me jacto de tener una mente muy racional, necesito un porqué de todo, cuando veo un película de miedo, y llega la noche me entra ese miedo de niña,miro el pasillo con suspicacia, pienso que la cama es mi castillo, y las sabanas mis murallas protectoras, pero ayyyy que no oiga yo un ruidito que no pueda explicar al instante, el cuerpo reacciona sintiendo una flojedad en mis piernas y se que de nuevo el miedo se ha venido conmigo a dormir.
Claro que del hombre del saco me río yo a carcajadas...
Hola preciosa, ya estoy de nuevo aqui, para comentar, esos miedos.
ResponderEliminarYo se que tu como todos los niños, tuviste miedo a la oscuridad, al ruido incontrolado,y algunas cosas mas, Pero tu MIEDO mas significativo, ha sido siempre, a la MULTITUD sobre todo cuando aun eras niña, es decir (vajita) y que los adultos estaban ahi arriba lejos de tu respirar , y ver y controlar.
Luego ya tu misma te hiciste fuerte, y mas valiente que muchas personas que eramos mayores que tu
UN BESOTE mama
De pequeño tambien escuche historias de este tipo.Supongo que el bosque guarda un atractivo especial para el que cuenta historias y la ciudad carece de estos encantos.
ResponderEliminarEn cuanto a los ruidos, uno en su propia casa aprende los sonidos y no le sorprenden, pero en casas ajenas, las mentes de todas las edades van que vuelan "deduciendo" qué ha sonado o ha dejado de sonar...
Oyeme esto....¿qué es un meida?
que se lo he preguntado a "gugüel" y no se lo sabe...
Para bien o para mal, los miedos parecen algo completamente imprescindible en la naturaleza humana. Hablas de los miedos relacionados con lo fantástico (mitos, leyendas), pero hay que tener en cuenta también esos otros que pertenecen al mismo orden aunque no lo parezcan: el miedo a equivocarse al tomar una decisión, el miedo a hablar en público, la agorafobia, la claustrofobia...
ResponderEliminarCreo que el miedo, dentro de sus cauces, funciona en el ser humano como una forma de protección, lo que sucede es que es muy difícil de "ajustar", y ahí nos quedan esos miedos irracionales que a nosotros nos martirizan cuando aparecen y a otra gente hacen le hacen reír por lo aparentemente absurdo de nuestras reacciones.
Yo también soy de los del miedo cerval a la oscuridad y a los rumores nocturnos, aunque debería haberme inmunizado un tanto ya que mi hermano, con quien compartía habitación de pequeño, hablaba en sueños con cierta frecuencia.
Pero el mundo del miedo es misterioso y esquivo. Recuerdo con especial viveza las peores noches de miedo que pasé de niño, algo así como una semana de dormir poco y sobresaltado. No, no fue porque sufriera el impacto visual alguna película, que hubiera sido lo más normal, sino porque un compañero del colegio me la contó, me contó una película de extraterrestres de lo más normalillo para los cánones de hoy en día, y hasta diría que grotesca. Y, sin embargo, mi imaginación se disparó y me tuvo en vela por varios días.
!Holitaaaaa!
ResponderEliminarTengo curiosidad por una cosa, si unos pusisteis la cerveza y otros la casa ¿Quien puso la cena?
En lo que respecta a los miedos, tú te ries del hombre del saco, pero a los que nos arrularon con esa nana, no te creas que nos es facil reirnos de él, je, je.
Por eso mi generación, o yo personalmente, me olvidé de esa nana y a mis hijas les cantaba esa otra de:
ea, ea, chichet, se ha caigut un baquet......
Y en realidad, pensando ahora en la nana del chichet, tambien tiene su punto. Imagino a los niños viendo al pobre chichet y tampoco lo pasarian bien, más je, je.
Besitossss.
Los miedos. Yo los tube hasta que compredi que hestan en la mente y procure dominarlo,fue la oscurida. la respetotoda via.a los 65 años que tengo no puedo dejar fuera de la cama la mano y ahoralo que mas miedo meda esla soled, vivir sola es lo peor de hacerse mayo,
ResponderEliminarver como la casa se queda vacia, ya noseollenrisas ni voces todo queda ensilencio
Una sociedad sin leyendas, tendría un pasado un tanto aburrido. Yo siempre las he considerado necesarias, y no siempre inventadas.
ResponderEliminarEn cuanto a lo que me dijiste en tu anterior comentario, con respecto a mi "castellana" forma de escribir, pues no sé qué contestarte, pues ni por raíces ni por latitud, tendría en un principio referencias. Pero me ha hecho gracia pensar en ello.
Un saludo.